50 años sin Bruce Lee: filósofo y coreógrafo de la patada en las costillas

Fue actor antes que luchador y bailarín antes que actor, protagonizó los éxitos más inesperados de la historia del cine y cambió para siempre la manera en que el cine representa el combate

La pregunta, en realidad, no es «¿Quién fue Bruce Lee?» sino, mejor, ¿quién es? En el imaginario de cualquier babyboomer en pie, la respuesta es fácil: se trata del responsable de la cicatriz que aún perdura en la frente por culpa de un nunchaku casero no debidamente testado. Para el cine en general, estamos ante el mayor mito que ha dado jamás el cine de artes marciales.

Lee fue el responsable de que el más improbable de los géneros cinematográficos abandonase el gueto de las extravagancias, las poluciones de adolescencia y los placeres quinquis de extrarradio para convertirse en uno de los pilares del cine de acción. Y ahí sigue, incorrupto. El 20 de julio se cumple medio siglo de la muerte a los 32 años del hombre nacido como Lee Jun Fan Yuen Kam el año del dragón a la hora exacta del dragón (una jugada del destino, sin duda). Moría por culpa de un edema cerebral supuestamente producido por una alergia a un analgésico (eso o la conspiración que más guste) y lo hacía seis días antes de que se estrenara Operación Dragón (Enter the Dragon, 1973), la más célebre y rentable de cuantas películas ha dado jamás la serie B en cualesquiera de sus formas. Bruce Lee solo completó cuatro películas y la frase «Quién ganaría si se enfrentaran Bruce Lee y…» sigue siendo el principio de una conversación por fuerza interminable.

Como suele ser habitual cada vez que alguien pronuncia la palabra Grindhouse o cine de explotación, el primero en volver a recordarnos que es imposible olvidar a Lee es Tarantino. Aunque de forma algo incomprensible, lo obvia en sus Meditaciones de cine (solo lo cita en el capítulo dedicado a La Fuga de Alcatraz para señalar que su muerte prematura evitó que usurpara a Bronson y Eastwood el trono de la época de las vengazamáticas), el director de Pulp Fiction hizo de él un personaje para la polémica en Érase una vez en… Hollywood tras exprimir la leyenda del mono amarillo en Kill Bill.

El retrato que hace de Lee como un tipo arrogante y algo ridículo en la primera de las películas citadas, en la que aparecen como personaje interpretado por Mike Moh, enfadó a la viuda de la estrella en la misma medida que puso de los nervios a todos aquellos que aún lucen la cicatriz en la frente como una insignia al valor, al valor de la estupidez.

Pero más allá de la citas y homenajes tarantinianos como pruebas de que tanto el mito como la pregunta sobre quién vencería en un supuesto enfrentamiento entre cualquiera y Bruce Lee no envejecen, lo relevante es lo que su forma de entender y coreografiar las escenas de lucha han significado para el cine comercial actual.

En efecto, el arte marcial de su invención, el jeet kune do, que él mismo definía como «una expresión suave y rítmica de aplastar al tipo antes de que te golpee con cualquier método disponible» y que básicamente consiste en no renunciar a nada si resultaba fotogénico, dio a las escenas de acción una plasticidad, un poder y una armonía que se ha convertido en la regla. Bruce Lee consiguió que la elasticidad -trámite la célebre transubstanciación en agua («Be water«)-, que el sentido del ritmo en el intercambio de golpes con el enemigo y que la identificación del público con el personaje protagonista alejara al género de la brutalidad más tosca o de la simple irrealidad.

Cuando todas las películas de acción hoy buscan la sensación física del golpe como prueba de certidumbre, como bálsamo contra la artificiosidad de lo digital, Lee renacido es el patrón oro. Las artes marciales dejaron de ser de su mano un misterio sólo al alcance de iniciados para convertirse en un misterio exactamente igual pero de consumo masivo. «No temo al hombre que puede dar 10.000 patadas diferentes, sino al hombre que ha dado una patada 10.000 veces«, es una de sus frases mesméricas que, en su extraña rotundidad, acierta a describir el secreto y sentido del más gozoso entretenimiento.

Repasar la biografía de Bruce Lee ofrece bastantes claves para entender la universalidad sobrevenida de un hombre con tan solo cuatro películas en su haber (sin contar las 18 que hiciera previamente en chino). Nacido en San Francisco durante un viaje de trabajo de sus padres (su progenitor era cantante de ópera cantonesa), la nacionalidad estadounidense le facilitó posteriormente todos sus quehaceres cinematográficos. En Hong Kong, empezó a trabajar como actor desde muy niño y su relación con la lucha y las artes marciales vendría muy posteriormente y, todo sea dicho, de manera irregular y poco ortodoxa.

Era intérprete y genio antes que solo luchador. Su biografía sólo reconoce unas lecciones del arte marcial conocido como wing chun con 13 años cumplidos como única formación de base. Cabría añadir que si en algo fue experto el joven Lee antes que en la lucha fue en el baile y, más concretamente, en el chachachá. Llegó a ser campeón de Hong Kong en el ritmo cubano y buena parte de su viaje en barco de vuelta a Estados Unidos con 19 años se sufragó con las clases de danza ofrecidas a sus compañeros de viaje. Acto seguido, estudió filosofía en Seatle, se casó en 1963 con Linda Emery y abrió su primera escuela de jun fan kung fu.

En la pantalla estadounidense aparecería por primera vez en la serie The Green Hornet, que, aunque no tuvo un éxito notable, sí le introdujo al gran público. En aquella época, perfeccionó sus habilidades en el combate con el estudio detallado de otras artes marciales más conocidas como kárate y tal kwon do a la vez que sentaba las bases para su heterodoxa y muy original forma de entender y mezclar las distintas disciplinas en un cuidado conglomerado práctico entre la autoayuda, el budismo accidental y la plasticidad consciente. Su propia elasticidad, musculatura evidente y encanto sin camiseta hicieron el resto.

Primero rodó Kárate a muerte en Bangkok (The Big Boss, 1971) de la mano de los estudios Golden Harvest. Costó poco, fue rodada en Tailandia y consiguió una fortuna en los cines de Hong Kong. Le siguió Puños de furia (Fist of Fury, 1972) donde Lee lideró una auténtica revolución kung fu que, de nuevo, batió todos los récords de taquilla. Dos de dos. Fue entonces, cuando, el siempre inquieto aprendiz de estrella fundó sus propios estudios y él mismo escribió, dirigió e interpretó El furor del dragón (Way of the Dragon, 1972) una inabordable y perfecta pieza de cine de barrio con olor a ozonopino con su clímax en mitad del Coliseo romano. Ahí se las veía con nada más y nada menos que Chuck Norris y… ya se imaginan quién ganó.

Sólo faltaba su definitivo salto al gran Hollywood y, de paso, a la posteridad. Y ahí es donde apareció la Warner y la algo más que solo mítica Operación dragón (Enter the Dragon, 1973). La película dirigida por el más bien torpe Robert Clouse mezclaba la filosofía con las artes marciales en un equilibrio camp que se diría perfecto para un Bruce Lee quizá decepcionado tras haber sido descartado por «demasiado oriental» para la serie Kung Fu (recuérdese que la acabaría por protagonizar un David Carradine -pequeño saltamontes- maquillado de una forma que hoy sería considerado ultraje).

La idea era combinar en un meticuloso y encantador despropósito la cultura china con el individualismo feroz que la maquinaria de Hollywood exige a sus estrellas. Warner sabía lo que quería, pero no tenía claro el cómo. En los primeros tráilers que lanzó de la cinta Lee aparece citado el tercero por detrás de John Saxon y Jim Kelly. En el reparto, en verdad, el único actor era Lee. Kelly debutaba en el cine tras una carrera apañada como campeón de kárate. Y como él, Bob Wall y Yan Tse (el implacable Bolo que, en verdad era experto en shotokan). Hasta Saxon, veterano intérprete de serie B, tenía un cinturón negro de kárate como principal mérito para el papel. Y así hasta que se estrenó la película seis días después de la muerte de Lee y la historia del cine cambió.

Enter the Dragon, pese a no ser la mejor película de su estrella, se convirtió en un éxito mundial, hizo que Golden Harvest, coproductora con Warner, inundara las pantallas del universo con el nuevo género de moda y convirtió a Lee en un James Dean incorrupto. Más de 20.000 personas acudieron a la capilla ardiente a rendir honores y Game of Death, el gran proyecto inconcluso de Lee y en el que él mismo dejó rodadas las escenas de lucha, se terminó con dobles y máscaras ad hoc para solaz de los que aún lucen cicatriz en la frente. Y para los que no.

Pero más allá del memoralibilia, el mito y sus revoluciones, lo que dejó Lee es un modo de entender la acción rastreable hoy mismo en los momentos más turbulentos de la saga Bourne en igual medida que en cada una de las entregas de Misión Imposible sin olvidar lo mejor de todas y cada una de las peleas de todas y cada una de las películas de superhéroes. Recientemente, Netflix estrenaba la segunda entrega de Tyler Rake protagonizada por Chris Hemsworth y en los gestos de una lucha que intenta convencer al público de su fisicidad, de su certeza y de su músculo se adivina transparente el legado del primer hombre que entendió que la verdadera pelea empieza en la mente. ¿Quién ganaría si se enfrentara Bruce Lee a su propio mito?

Autor: Luis Martínez
Fecha: 19 julio 2023
Fuente: El Mundo

Muere Milan Kundera a los 94 años, autor de ‘La insoportable levedad del ser’

El escritor checo fue candidato al Nobel y un activo militante contra el comunismo desde su exilio en Francia

Hubo una época, en la Europa del fin del siglo pasado, en el que el sentido de la moral de las clases liberales y creativas estuvo marcada por las novelas de Milan Kundera: el escepticismo humanista contra el pensamiento fuerte, el individualismo irónico contra un nosotros invasivo, las bromas gamberras tomadas de la contracultura, el hallazgo de la sexualidad como una nueva forma de comunicación íntima entre las personas, el desacato guasón y el refugio en la vieja estética beaux-arts y en el cosmopolitismo europeo… «¡El optimismo es el opio del pueblo! ¡Cualquier atmósfera saludable apesta! ¡Viva Trotsky!», escribió Kundera en el punto clave de La broma, su primera novela (1968) y en esas tres frases, que, en efecto, eran una broma que se dirigía a la trageda, ya anunció toda su literatura. Kundera (Brno, 1929) murió el martes 11 de julio a los 94 años en París, la ciudad que lo acogió en 1975, cuando el Gobierno checoslovaco lo envió al exilio.

La broma de La broma (editado por Tusquets, como todo Kundera) era cosa de amor y política porque su autor, Ludvik Jahn, era un estudiante checo, virtuoso militante del Partido Comunista, que en su cortejo a Marketa, su pretendida, le enviaba unas notas chistosas en las que pretendía presentarse como un rebelde: «¡Viva Trotsky!». Por desgracia, Marketa, la guapa Marketa, era una mujer cuya principal característica era la ausencia de sentido del humor y eso hacía que la broma de Ludvik cayera en las manos equivocadas. Entonces, el buen comunista iniciaba su caída en desgracia, una sucesión de sesiones de autocrítica que, paso a paso, se iba volviendo una ceremonia de teatro absurdo.

Kundera ha insistido muchas veces en que ese absurdo de sus libros habla del amor y del sexo, no del comunismo, pero siempre fue difícil abstraerse de la lectura política. Por edad, al escritor checo le tocó vivir la desestalinización de su país en su década de veinteañero y pasar la Primavera de Praga con 39 años. Entró en la universidad y fue expulsado. Se empleó en trabajos manuales y deambuló en las afueras de la cultura de su país. Aquel era un mundo menos cerrado de lo que podía parecer: existía algún acceso, limitado pero fascinado, a la filosofía y la literatura de vanguardia francesas y al jazz y había ocasión de redescubrir la tradición artística checa de antes de la Guerra y el socialismo: la poesía modernista, la arquitectura de cuento de Praga, la literatura alemana de Kafka, un tabú en la República Socialista.

Ese caldo de cultivo se puede entender muy bien en La vida está en otra parte (1973), el libro del inolvidable Jaromil que descubrió a Kundera al público occidental. Jaromil era otro personaje sin humor, un niño poeta criado por su madre para que fuese el Arthur Rimbaud de la lengua checa, de la nueva generación. Todo le salía mal, claro: el Partido Comunista confinaba a la pareja de madre e hijo a una habitación miserable de su casita burguesa, los compañeros de clase de Jaromil se tomaban a broma sus presunciones y el descubrimiento del amor y del sexo iban en contra del odioso proyecto de la madre de Jaromil. La broma, de nuevo, tomaba el camino de la tragedia.

El libro de la risa y el olvido (1979), el siguiente libro importante de Kundera, fue un conjunto de relatos en los que, paradójicamente, había tanto de crónica política del desencanto del 68 checoslovaco, como de exploración en ese absurdo casi mágico. Eran los años del Boom latinoamericano y Kundera, ya exiliado, había conectado con su tiempo.

Hasta que su tiempo fue el momento de Kundera. La insoportable levedad del ser (1984) fue la novela de aquel año en toda Europa y la expresión más compleja de la literatura de Kundera. Qué época aquella en la que los best sellers empezaban como un pequeño ensayo sobre Nietzsche y sobre el eterno retorno: «Si la Revolución francesa tuviera que repetirse eternamente, la historiografía francesa estaría menos orgullosa de Robespierre. Pero dado que habla de algo que ya no volverá a ocurrir, los años sangrientos se convierten en meras palabras, en teorías, en discusiones, se vuelven más ligeros que una pluma, no dan miedo», escribía Kundera en las primeras líneas de La insoportable levedad.

En esas líneas estaba el clásico Kundera guasón y desmitificador, pero también inconformista. Dos páginas después, el escritor presentaba a los héroes de su novela: «Lo vi [a Tomás] de pie junto a la ventana de su piso, mirando a través del patio hacia la pared del edificio de enfrente, sin saber qué debe hacer. Se encontró por primera vez a Teresa hace unas tres semanas en una pequeña ciudad checa. Pasaron juntos apenas una hora. Lo acompañó a la estación y esperó junto a él hasta que tomó el tren. Diez días más tarde vino a verle a Praga. Hicieron el amor ese mismo día. Por la noche le dio fiebre y se quedó toda una semana con gripe en su casa».

La prosa es nítida, los personajes se definen por sus actos, el paisaje tiene algo frío. Tomás y Teresa están en el recuerdo de cualquier lector de La insoportable levedad del ser, por más años que hayan pasado, son un mito de amor verdadero pero infeliz, contradictorio y en parte autodestructivo. Tomás era un hombre encantador e inteligente pero también un mujeriego y Teresa, la conciencia crítica de la novela, intentaba entender por qué. ¿Porque era un narcisista? ¿Porque en la intimidad de los amantes encontraba un espacio de moralidad en el que no podían entrar los odiosos comisarios políticos ni el sentimentalismo kitsch? ¿Porque era su forma de hacerse daño a sí mismo?

La insoportable levedad del ser era a la vez una novela erótica y filosófica y una memoria sin énfasis ni drama de la primavera de 1968 en Praga, de la invasión soviética. Llegó en el mismo año que El nombre de la rosa, de Umberto Eco, y entre los dos libros quedó definida una forma de rebeldía solitaria, irónica y apolítica propia del fin del siglo pasado.

Después de La insoportable levedad del ser y de un libro más de relatos (La inmortalidad), Kundera abandonó el idioma checo por el francés e inició la segunda mitad de su carrera. En esos años, el mundo del que se había burlado, el de las repúblicas populares del este de Europa, se rompió, y sus anfitriones occidentales buscaron en él una guía con la que entender aquel momento.

Su respuesta consistió en rebelarse contra esa demanda y en escribir en un plano cada vez más abstracto sobre la naturaleza humana. La inmortalidad, por ejemplo, era un ensayo sobre el cuerpo expresado en una sucesión de viñetas más o menos impresionistas. Sólo en La ignorancia, Kundera abordó el trauma de dos exiliados checos que se enfrentaban al regreso a casa y hallaban en el sexo, como no, una manera de dar sentido a su melancolía.

Aquella novela llegó en 2009. Kundera siguió escribiendo hasta 2013 y después su voz se fue apagando. Como no daba entrevistas, nunca sabremos si se sintió un poco anacrónico en su última década de vida, en los años en los que el mundo volvió al énfasis y el moralismo. Si sus lectores lo olvidaron, le deben un desagravio.

Autor: Luis Alemany
Fecha: 12 julio 2023
Fuente: El Mundo

Muere Jim Morrison, líder de The Doors

El 3 de julio de 1971, hace hoy 52 años, el músico y poeta estadounidense Jim Morrison era hallado sin vida en la bañera del apartamento que compartía con Pamela Courson, su pareja, en el barrio parisino de Le Marais. Del mismo modo que otros grandes artistas insignia del rock and roll como Janis Joplin, Jimi Hendrix o Brian Jones —y como lo harían en el futuro Kurt Cobain o Amy Winehouse—, Morrison perdía la vida a la temprana edad de 27 años.

¿Quién fue Jim Morrison?

Nacido en Florida en el año 1943, Morrison se crio en el seno de una familia conservadora y nómada, debido al desempeño militar de su padre. Llegada la adolescencia, se asentó en California para cursar estudios de cine en UCLA, donde coincidiría con Francis Ford Coppola, y experimentaría un gran giro personal hacia la rebeldía, marcado por las figuras del primer rock and roll y el malditismo de poetas como Arthur Rimbaud Charles Baudelaire, esenciales en su formación. Vinculado prontamente a ciertos modos de vida relacionados con el mundo hippie, Morrison fue un consumidor habitual de sustancias como el peyote, la marihuana y el LSD. Si bien su vocación inicial —y la que, de algún modo, lo acompañó toda su vida— fue la poesía, se hizo reconocido mundialmente como líder de la banda de rock The Doors, que lideró junto al teclista Ray Manzarek entre 1965 y 1971. Sus múltiples escándalos sobre los escenarios y diversos problemas legales lo llevarían finalmente a mudar su residencia a París junto a su pareja, Pamela Courson, y a abandonar la disciplina de The Doors, quienes acabarían por disolverse en el año 1973.

¿Cómo se produjo su muerte?

Morrison había abandonado los Estados Unidos —y, con ello, a The Doors— a comienzos del año 1971, ante la posibilidad de enfrentarse a cargos por exhibicionismo y llegar incluso condenado a prisión. Con el fin de evitarlo se instaló en París con su pareja, Pamela Courson, que lo había acompañado desde incluso antes de llegar a la fama. Fue precisamente ella quien halló el cuerpo sin vida de Morrison, tal día como hoy hace 52 años, en la bañera del piso que ambos compartían en la capital francesa. Si bien el certificado de defunción indica que el músico falleció de un ataque cardíaco, grandes oleadas de especulación se han levantado desde entonces alrededor de su desaparición. Desde las hipótesis que señalan una posible sobredosis de heroína se llegó a aquellas otras que negaban incluso el estatuto de realidad de su fallecimiento. Su tumba, en cualquier caso, yace en el cementerio parisino de Pére-Lachaise desde entonces, siendo una de las más ilustres de tan excelso panteón.

Autor: Paca Pérez
Fecha: 3 de julio de 2023
Fuente: https://www.zendalibros.com/

«LA POESÍA LO ES ABSOLUTAMENTE TODO. SI NO ESCRIBO ME SECO». 16 POETAS DE ARAGÓN SE CONFIESAN

Se celebra en todo el mundo el Día Mundial de la lírica y los autores aragoneses definen su idea y su vivencia, recomiendan libros y ofrecen un poema

Cultura. Entrevista a Manuel Vilas / 19-09-2022 / FOTO: GUILLERMO MESTRE[[[FOTOGRAFOS]]]

 El día 21 de marzo se celebra el Día Mundial de la Poesía. Heraldo.es ha contactado con 16 autores aragoneses y les ha pedido cuatro cosas: que valorasen la significación del día; que explicasen la importancia y el lugar de la lírica, en su vida y en su creación literaria; que recomendasen dos libros, y que eligiesen un poema propio, édito o inédito, para compartir con los lectores. Hay todo tipo de respuestas; lo importante es que la poesía es tan inmortal como la palabra y la urgencia de decirse, de comunicarse. Los elegidos, todos ellos poetas, son Adolfo Burriel, Celia Carrasco, Enrique Cebrián, Nacho Escuín, Omar Fonollosa, María Pilar Martínez Barca, Ana Muñoz, Christian Peribáñez, Ángel Petisme, Trinidad Ruiz Marcellán, Carmen Ruiz Fleta, Alfredo Saldaña, Joaquín Sánchez Vallés, Fernando Sanmartín, Almudena Vidorreta y Manuel Vilas.

Las preguntas son:

-1. ¿Qué significa este Día, para que debiera servir?

-2. ¿Cómo vives la poesía, qué significa en tu vida y en tu trayectoria, cómo te enfrentas a ella?

-3. Recomiéndanos dos libros que podamos encontrar con facilidad en las librerías, que sean especiales para ti por múltiples razones. Y defínelos con una frase o dos al menos.

Adolfo Burriel ya prepara un nuevo poemario.

ADOLFO BURRIEL

-1. No me entusiasma mucho eso de que cada día tenga su “santo laico”. Pero si este día sirve para que los más, aprovechando el comienzo de la primavera, lean, al menos, el poema que un día les sedujo, la fecha habría contribuido a la fiesta. Y sería estupendo.

2. He hecho de la poesía –sin que me aleje de otros trabajos y días- la actividad que me ayuda a descubrirme, a explicarme, a disfrutarme y a sufrirme. No sabría andarme sin ella. Y que las musas me conserven seguir creyendo en las palabras.

-3. José Ramón Ayllón, que es un poeta zaragozano, acaba de publicar ‘Pacific Grove’ (Editorial Cuadernos del Laberinto), un excelente libro de poemas, de lugares y espacios, de gentes y abrazos, que yo recomiendo vivamente. Y ‘Apología simbólica del jardín’, el último libro de Rosendo Tello (Gara d’Edizions), un recorrido único por el interior y exterior de la luz, la llegada y la partida, la poesía y la vida.

EL POEMA
 
Caminos hay deshabitados,
lluvias vacías que no llenan
el surco,
muros que se levantan a orillas del encuentro,
fracasos encerrados
en los sueños vencidos,
espejismos sin rumbo que mantienen calladas a las novias
incautas.
hilos de araña amordazando…

 *Poema inédito.

Celia Carrasco publicará en breve en Olifante.

CELIA CARRASCO GIL

-1. Para seguir celebrando la palabra hasta entenderla, quizás, como un lazo de xenía (hospitalidad) que se entrega.

-2. Concibo la poesía como una forma de renombrar la incertidumbre, como algo que se cierne hacia lo abierto. La abrazo como el ritual de un cántico que sale hacia la entraña. Significa un mordisco, un harapo, una herida del nombre, un silencio que come y que resuena.

-3. ‘La acción es el frío’ (Olifante, 2023) es el último libro de Alfredo Saldaña, en el que la voz resplandece en su intemperie, allá donde el camino comienza a hacerse casa, y ‘Arqueologías’ (Pre-Textos, 2022) es un libro en el que Ada Salas trabaja con el residuo cantable (Valente ‘dixit’) que otros tiempos han dejado en la tierra, en un museo revivido donde los gestos diminutos reverberan.

EL POEMA
 
EL SOPLO
Naciste para costra,
herida de algún ser, resquicio de otra tribu,
color previo a la luz de cada soplo.
Buscaste tu silencio,
tu pórtico entornado hacia el
vacío.
Y allende la palabra, fuiste voz,
rodilla oral o cráter que nos funda.
 
*(De ‘Rupestre’. Olifante, 2023).

ENRIQUE CEBRIÁN

-1. Quizás para recordar –incluso al público habitualmente lector– que existe un género que, más allá de tópicos, puede decir alguna cosa interesante.

-2. Lo hago de manera habitual, como una ayuda para tratar de entender mejor la vida –aun sabiendo que eso es imposible– y como algo que puede servir para expandir los límites. Me enfrento a ella de modo tranquilo: no tengo prisa en escribir y menos en publicar. La poesía viene y va. Solo hay que estar atento a su llegada.

-3. ‘Recuento’ de Octavio Gómez Milián y ‘Los secretos de los demás’ de Carmen Ruiz Fleta. Dos libros que hablan del tiempo, la familia, el amor y una forma de estar en el mundo cuando se han cumplido los cuarenta.

PALMA GIN
 
“Cuando acaba septiembre
–lo escribió José Carlos Llop en esta isla–,
la luz es más amable,
pero carece de vigor”.
Sé que mis labios forman parte
del lote de una herencia
y que no han de cerrar de noche los museos,
como daban los templos sus puertas
para acoger abiertas
a los más humillados.
Tu cuerpo de arrecife.
Géiseres e icebergs
–esto lo cantaron otros–
estallan en tu naturaleza
y tu naturaleza estalla
en la bahía.
Porque tampoco es fácil
acabar un poema,
iluminar un día,
perfilar un complot.

NACHO ESCUÍN

-1. Debería ser un día para reivindicar la presencia de la poesía en nuestro día a día, en el de todos. También para acabar con ideas trasnochadas sobre lo que y lo que no es poesía.

-2. Para mí la poesía es muy importante, no pasa un día en el que al menos no lea un poema y no trate de escribir. Creo que necesito la poesía en mi vida y, de hecho, me encanta hablar de poesía. Creo que es lo más importante entre las cosas que no son esenciales.

-3. Recomiendo ‘Don de la ebriedad’ de Claudio Rodríguez. Un libro fascinante que permite entender a la perfección la poesía española experiencial y ‘Seguro que esta historia te suena’ de Karmelo C. Iribarren, por su aparente sencillez y la fuerza que tiene. Se trata de un libro que contiene versos que se clavan en la memoria y una fuerza difícil de igualar.

POEMA
 
Hay algo mágico en lo más sencillo.

Suena a lo lejos la voz familiar de la presentadora de un programa matinal en la radio.   
Llega el olor desde la cocina de la mezcla de las carnes, las legumbres y las verduras al hervir.   
Cruza un rayo del primer sol del día de punta a punta de la habitación.   
No sabes cómo, pero de repente has vuelto a casa.   
   
En definitiva, has vuelto.  
 
(Poema inédito).

OMAR FONOLLOSA

-1. Este día debiera aglutinar la emoción del resto de días del año por leer poesía, muchas veces esa pobre olvidada que queda relegada a los anaqueles más polvorientos de algunas librerías o al silencio atroz de algunos reportajes. Debiera servir también este día para recordar a quienes no se acercan a los versos que la poesía es la madre de la literatura, el germen.

-2. La poesía es mi tercer pulmón. Desde que me despierto hasta que me acuesto mi cabeza anda tejiendo un mapa de ideas y palabras para cincelar versos. Escribo porque no puedo dejar de hacerlo. Respeto en su totalidad los tiempos de la poesía. Yo no termino un poema, a mí me lo quitan de las manos porque ando corrigiendo constantemente. El lenguaje merece que le guardemos respeto y que seamos pulcros con él.

-3. Recomiendo la Poesía completa de Alejandra Pizarnik porque es un dardo en llamas, y La habitación vacía de Juan Vicente Piqueras porque todos sus versos me estremecen («La vida quiere solo no acabar»).

NO SÉ CÓMO DECIRLO
 
Sé decir que no verte alimentando el fuego
es sentir que la nieve atraviesa el tejado,
que el canto de la alondra ha bajado dos tonos.
Ese silencio idéntico al estruendo
que provocan tus peces al nadar
me deja sin saber cómo nombrarte ahora.
Sé decir que el tranvía es una víbora
suelta por la ciudad desde que no lo tomas
y que las ambulancias aparecen en sueños.
Sé decir que tus manos han soltado la espada
y no regalan céntimos manchados a la sombra
que te desea suerte en el amor
a la salida del supermercado.

MARÍA PILAR MARTÍNEZ BARCA

-1. Tanto el 14 de diciembre, festividad de S Juan de la Cruz y de la poesía en España, como el 21 de marzo, Día Mundial de la Poesía, los veo imprescindibles. Si bien este último debe unir a todos los países, lenguas y culturas a través del lenguaje de la interioridad y la belleza. Debería convertirse en una lanza por la paz.

-2. Lo es absolutamente todo. Si no escribo me seco. Es conocimiento, del mundo y de mí misma; es una intuición que me hace descubrir las cosas y mi situación, incluso antes de sentirlas y conocerlas. Y cada vez más compromiso con las circunstancias, pero desde el conocimiento. Hálito, aire, espíritu, Espíritu.

3. De Antonio Gamoneda, ‘Libro del frío’ (Siruela, 1992; Galaxia Gutenberg, 2022). Por las imágenes bellísimas y conseguidas y el paisaje entrañable de la tierra. Y de Rosendo Tello Aína, ‘El vigilante y su fábula. Obra poética reunida’, (Prames, 2005). Recoge la obra fundamental hasta esa fecha del que ha sigo y será siempre mi maestro y uno de lo más grandes poetas aragoneses y universales.

EL POEMA
 
Volvemos del envés el calcetín,
y el tiempo se desliza inmisericorde
dentro de la clepsidra, allí donde se adensa
la vida y su memoria. Sueño ingrávido
para la eternidad de las esferas.
Un duelo perentorio
por lo que nadie sabe si un día perderá,
o quedará dormido en el aljibe.
¿Conoce la cometa al despegar
el destino del viento?
 
(De ‘Tránsito’).

ANA MUÑOZ

-1. Creo que coincide con el Día de la Red Natura 2000, una red ecológica europea de áreas de conservación de la biodiversidad, y me parece hermoso porque naturaleza y poesía se comunican y enriquecen entre sí. La mirada poética es una mirada consciente, que nos descubre cosas que solo se perciben si se mira dos veces. Para eso me gustaría que sirviera.

-2.Para mí toda escritura o lectura es poética porque me lleva a una “revelación” que está relacionada con desacelerar el ritmo y contemplar la vida de una forma más serena. Madrugo mucho para poder escribir y leer, pero ese momento de calma y concentración (también de rebeldía y de conquista antes de que las prisas comiencen) es muy especial.

-3. ‘Z’ de Jorge Riechmann: resume lo que he mencionado anteriormente. Es conexión y sobre todo humildad ante la enormidad de la naturaleza. ‘La hija del cazador’ de Pilar Adón: es de mis autoras favoritas. De ella, todo, siempre.

POEMA
 
Aunque cuando lo hago pronuncio tu nombre en voz muy baja, te sigo llamando a veces. Sucede cuando la brisa de la tarde parece estar anunciando que alguien llega. Se trata de dejar la puerta abierta entre el deseo y el volver a verte. De imaginar que quizá, si no vuelves, es porque mi voz no te llega. A veces, sigo el camino que marca la sequía y una sed impredecible, impenetrable, una sed que es el mismo anhelo de siempre, me recorre desde abajo hasta cegarme. Entonces, creo reconocerte, señalada por la luz inmensamente, atravesando los campos de cereales con un pájaro de fresa en la boca, como un murmullo suave. Sé que no debería quererte y tampoco querer verte en un lugar tan frágil como este mundo. Pero, en ocasiones, vuelvo a sentir el latido del pájaro, las piernas llenas de barro, tus huellas impresas en mi camiseta.

CHRISTIAN PERIBÁÑEZ

-1. Hay tantos días con tantas ‘asignaciones’ que, de no habérmelo recordado, no hubiera caído en la cuenta. Bienvenido sea, en cualquier caso, toda celebración que pueda servir para divulgar una disciplina, más cercana y viva (y pienso en Sharif o en Gata Cattana) que enrocada en su torre de marfil.

-2. Desde los versos vergonzosos de adolescencia hasta el aprender a reírse de uno mismo en la escritura, la poesía me acompaña para hacer el día a día más atractivo. Escribiendo exorciza fantasmas y leyendo es capaz de crear puentes invisibles con autores que quizá no conozcas pero que sienten como tú (y lo expresan mil veces mejor).

-3. ‘Una buena hora’, de Alejandro Simón Partal, que ganó el premio Hermanos Argensola en 2019 y es un libro con muchos guiños zaragozanos. Poesía accesible, que remueve por dentro, y a partir de la cual he descubierto a otros autores como Braulio Poole Ortiz. Y ‘Un día negro en una casa de mentira’, de Elena Medel. Es una antología de la obra de la escritora cordobesa, que tiene un buen puñado de poemas (especialmente los de ‘Chatterton’) que se quedan para siempre a vivir con uno.

EL POEMA
 
El sudor del sexo es diferente,
distinto al de los partidos,
al de la hora de cierre,
al de la ropa en el suelo de la noche anterior.
Y es en el pecho y la yugular,
que descabalgo mi sangre,
sangre de la alianza nueva y eterna
sangre con todo mi miedo a que escuches
“no quiero correrme, porque te irás”.
El sudor del sexo es diferente,
es el de la fiebre en los años célibes,
el de ver mi carne rota y mal cosida
con tanta lengua alrededor
y toda incapaz de arreglarme.
 
(Poema de apertura de ‘Pistas forestales’, Anorak, 2017).

ÁNGEL PETISME

-1. Debería servir para concienciarnos de que, sin poesía, es decir sin reflexión, sin pensamiento, sin temblor es imposible sobrevivir a las bestias que llevamos dentro. En esta edad de la incertidumbre y la ignorancia, la poesía apuesta por la esperanza, la belleza y el cuidado de lo importante de verdad.

-2. La vivo y celebro como un don misterioso que me ha permitido encajar todos los golpes y pérdidas. Llevo desde los doce años amancebado con ella y otra amante que felizmente me ha mantenido y permitido comer caliente cada día: la música. En el fondo sigo siendo ese niño rebelde que escribe y se enfrenta a los molinos armado con un escudo, el de la palabra poética.

-3. De César Vallejo su ‘Poesía completa’ en Lumen. Son las palabras arrancadas de cuajo al dolor de existir, sin anestesia. Tiene una lengua transgresora y caleidoscópica. De Lautréamont ‘Los Cantos de Maldoror’. Es un libro único, desmesurado, impactante en prosa poética. Lo escribió de noche con veintitrés años, sentado ante su piano, declamando y forjando cada frase. Es la copa del veneno de la condición humana.

COREOGRAFÍA
 
Me enamoro de ti todos los días
a las 13, 43 en punto.
Del sabor de tus besos, la luz de tu mirada
y tus ojos traviesos para la aventura.
Sin hacer inventario, sin coleccionar esos flechazos,
pero sin caer en la monotonía.
Cuando bailamos juntos componemos
los sinónimos de una partitura:
la poesía, la risa, la inteligencia.
Y cuando tecleo sonámbulo sobre el ordenador
bajo el murmullo de la madrugada.
Me levanto, doy unos pasos a oscuras
por el pasillo mientras tú al lado, duermes.
Me enamoro de ti todos los días.
A veces me adelanto una milésima
a eso de las 13, 43 del siglo XXI.
Escribo, siento que pulso cuerdas, algo,
apretando con fuerza el mástil de una guitarra.
En el siglo XXI y en el VI antes de Cristo,
a esa hora las palabras bailan solas
con la armonía feroz de la vida.
 
(Del libro ‘Lo que no está escrito’. Inédito).

CARMEN RUIZ FLETA

-1. Creo que lo más hermoso de la poesía es su propia «inutilidad». Ahora que buscamos la funcionalidad de todo lo revolucionario es escribir para nada. Que se me entienda. Claro que la poesía es capaz de sanar, de decir, de denunciar, de apresar momentos, pero lo verdaderamente esencial es que exista, que sigamos teniendo la necesidad de leer y escribir algo por el mero hecho de que contenga una forma de belleza. Eso es lo que, a la vez, la convierte en indispensable. Traslado esta reflexión al Día de la Poesía. No, no es necesario que exista. El mundo sigue girando sin dedicarle un día al poema y a los poetas. Pero hoy estás escribiendo este reportaje y alguien lo está leyendo. Ha decidido dedicar unos minutos de su tiempo a pararse a leer sobre lo bello y lo inútil. ¿No es deliciosamente importante?

-2. La poesía llama a mi puerta de tanto en vez, depende de la época y del estado de ánimo, pero cuando llega se mete en mi cabeza y mi corazón y mi tripa y no descansa hasta que se escribe. Es una compañera de piso un tanto molesta a veces, que señala precisamente los rincones que no has barrido, lo que no quieres que los demás vean. Pero allí está ella para mostrarlos. A mi me ordena y me explica, me da la medida de las cosas, me ofrece un índice. Me descoloca y me ordena a la vez. Como lectora hay mucha poesía que me aburre, pero cuando un poema me emociona y me toca, me abrazo a él para siempre.

-3. Allá van dos recomendaciones: ‘Un año y tres meses’, de Luis García Montero. Es el último libro de poesía que me han regalado. Es un canto de amor desgarrador y esperanzado, que convierte la ausencia en algo luminoso, bello y contenido. La precisión con la que se nombra el duelo y el recuerdo me parecen magistrales. Y ‘El arrojo de vivir’, de Ángel Guinda. Hace ya más de un año que murió Guinda, parece mentira. De toda su obra escojo esta antología póstuma de poemas de amor que nos permite transitar por la pasión y el erotismo, hasta la reflexión más intensa ante la cercanía de la muerte. Su sinceridad, su fuerza, su humanidad son si cabe más vigentes cuando el poeta ya se ha ido.

UN CUENTO O DOS
  
No tengo derecho
a exigiros que no crezcáis más,
a pediros que habitéis siempre
en la nación de la inocencia
a que me expliquéis el mundo
con palabras de leche.
Sé que no tengo derecho
a meterme en vuestra cama
todas las noches de vuestras vidas
y contaros un cuento o dos
mientras me acariciáis con besos,
y babas y mocos y toses y virus.
Mientras me pedís que deje encendida una luz
prendida a la vez,
en la bombilla y en mi pecho,
consciente de que este búnker de amor
tiene los días contados.
Que un día ya no querréis escuchar cuentos
ni colmarme de besos.
Que un día cumpliréis la edad
en la que se juzga a los padres
y emitiréis veredicto.
No tengo derecho
a impedir que descubráis
la impostura de vuestra madre
sus miserias y sus miedos
su temor a que sufráis,
su deseo absurdo de parar el tiempo,
de dejaros así,
y que no crezcáis
que me miréis siempre
como me miráis ahora
cuando os leo un cuento o dos
y vosotros me acariciáis
con besos y babas
y mocos y toses y virus.
 
(De ‘Los secretos de los demás’, 2022. Prensas Universitarias de Zaragoza)

TRINIDAD RUIZ MARCELLÁN

-1. El Día de la Poesía nos recuerda que existe esa diversidad lingüística desde la palabra de música que todos necesitamos, para desarrollar y fomentar todas las lenguas. Asimismo, representa el nacimiento de la vida, coincidiendo con el equinoccio de la Primavera Norud, señalado como el primer día del año Persa, Indú, turco o también el renacer  en países de Asia Central. Debería servir para visibilizar todas las lenguas profundizando en el pensamiento compartido con todos los seres de la Naturaleza.

-2. La Poesía marca mi estilo de vida y  es mi seña de identidad. Mi vida, desde los 14 años quedó sellada a la palabra poética y ese es mi destino. A veces, ni siquiera es necesaria la palabra. Los gestos, los sonidos naturales o no y el silencio están en mi trayectoria. A la Poesía no me enfrento, la dejo fluir, la abrazo, la comparto y disfruto con su trasfondo, que es universal.

-3. En primer lugar os recomiendo el último libro póstumo de Ángel Guinda ‘Aparición y otras desapariciones’,  editado por Olifante, Zaragoza. Poeta que representa el Nuevo Romanticismo español. Poemas reflexivos, iluminados  y metafísicos de la vida y de la  muerte,  que retratan la mirada de la soledad humana. Voz con eco permanente. En segundo lugar, recomiendo la lectura de Blas de Otero ‘Poemas vascos’ / ‘Euskal poemak’, publicado en dos tomos en castellano y en euskera; traducido por Gerardo Markuleta, presentados por Sabina de la Cruz y con prólogo de José Fernández de la Sota. Editado por Ediciones El Gallo de Oro, Bilbao. Este libro viene a restaurar su condición de hombre de la calle aquí y allá, bilingüe. Se trata de un compendio poético de todas las etapas del poeta. Consigue hablar en nombre de todos.

ESTO NO ES UN POEMA
Si esto fuera un poema robaría las palabras de aquí y de allá para instalarlas en el extremo del verso, en el sigilo de las notas que dan voz a la vida o, como el gorrión, construiría mi casa entre los huecos de sus ramas brazos.
Pero esto no es un poema.
A menudo la vida desgrana las plumas alas mal heridas resquebrajando el oxígeno necesario que dispare como una carta de amor.
Se me cayó el alma por la intemperie desapareciendo la esperanza. Hasta la casa se hace tumba y ahora un mundo fuera de este mundo es el mapa de tu mirada.
Ahora los campos y los relojes sostienen tu aliento. Busco la palabra exacta que dé vida a esta desolación. Cómo es la amargura instalada en tus ojos habitados de negro.
A menudo pongo el corazón en tus manos y no en los escasos términos sembrados. La nieve y las apariciones quedaron atrás. Transita frío en ti. Contempla, como quien vive su libertad desde la cumbre, cuando abajo rodeas el boj que, como tú, decidió quedarse definitivamente en estas tierras, en las laderas con energía, en los espacios vacíos vivos de la memoria, en las orillas del Moncayo.
Paso necesario de contemplación que espera la ráfaga de luz. Murmullo del agua hasta el mar ahora del norte. Sigo buscándote, desolación habitada, amparo desnudo de dolor. Esto podría ser un arrebato, pero nunca un poema.
 
*(Del libro inédito ‘En las orillas del Moncayo’).

ALFREDO SALDAÑA

-1. Si celebramos un día como este, probablemente es para tranquilizar nuestra mala conciencia y nuestro desastre como sociedad. Puestos a encontrar una justificación, debería servir para recordarnos que el mundo puede ser diferente si es otro el lenguaje que lo nombra.

-2. En la poesía encuentro la vida, la vida que he tenido, la vida que me sostiene y la vida a la que aspiro; procuro enfrentarme a ella con respeto, dejándola respirar, tratando de escuchar los silencios que la envuelven y protegen.

-3. Elijo María Paz Guerrero, ‘Ranura. Antología poética (2018-2022)’, Zaragoza, Olifante, 2022. Excelente muestra de una singular y muy potente poeta colombiana con unas vinculaciones estrechas con Aragón. Y de Celia Carrasco Gil, ‘Rupestre’, Zaragoza, Olifante, 2023. La confirmación de una voz poética que dice mucho y lo hace con un extraordinario dominio del ritmo.

EL SIGNO DE LA PIEDRA
 
Escribe, es decir,
se borra y se pierde
en la mitad entrañable de la nada,
entre la vida y la muerte.
Invoca el signo de la piedra,
el desierto y la mudez,
desaparece
por debajo de estas palabras
y ya son ellas
las invitadas ausentes de la fiesta,
el único indicio
que queda en pie
de una realidad fracturada,
porque sabe
que quien así habló no erraba
cuando intuía que
una obra es tanto más perfecta
 
(De ‘La acción es el frío’, que aparecerá pronto en Olifante).

JOAQUÍN SÁNCHEZ VALLÉS

-1.Si los ‘días de’ sirven para algo, el ‘Día de la Poesía’ creo que debería servir para acabar con el malentendido de que la poesía es algo difícil, hermético y dirigido solo a una minoría; porque no es así: la poesía expresa los sentimientos más hondos de cualquier persona. Si hay mucha gente que se emociona con una canción, también puede hacerlo con la poesía, que, al fin, también es música y funciona de forma muy parecida.

-2. Me resulta muy difícil responder a esta pregunta. A veces pienso que para mí la poesía es simplemente un vicio que contraje en la adolescencia. Diré que la poesía representa un intento de explicarme el mundo y mi situación en él.

-3. Me gustaría recomendar ‘Los dedos de la luz’ de Mariano Castro con fotografías de Pepe Verón y ‘Tango para engañar a la tristeza’ del sevillano Víctor Jiménez. Pero, si han de ser libros fáciles de hallar, iré a los clásicos: ‘Soledades, galerías y otros poemas’ de Antonio Machado y ‘Poeta en Nueva York’ de García Lorca.

GEOGRAFÍA
 
España limita al norte
con un duro cielo azul.
Con un mar rojo de sangre
España limita al sur.
Sobre los campos de piedra,
bajo los montes de luz,
vientos del este y oeste
barrieron mi juventud.
Por el mapa estremecido
fluye una larga inquietud.
La alta noria de la luna
la acarrea en su arcaduz.
 
(Poema breve inédito de un ‘Romancero’ que tengo hecho y, si puedo, será mi próximo libro).

FERNANDO SANMARTÍN

1.- Nos rodean las autoafirmaciones falsas, los discursos vacíos y las tibiezas. Pero también nos rodea la belleza, la verdad y algunas palabras que funcionan como antidepresivos. Por eso, celebrar la poesía no debe ser un juego pirotécnico sino la convicción de que sin poemas la vida puede estafarnos más. Me gusta recordar que ante la pregunta de para qué sirve la literatura, Joseph Brodsky, cuya tumba visito siempre que voy a Venecia, respondía con claridad y contundencia: “Para que alguien que ha leído a Dickens sea incapaz de disparar contra otro”.

2. La poesía, ya lo dijo hace tiempo Ungaretti, es una sed de inocencia insaciada. Por supuesto que sí. Además, en un poema encontramos protección, cobijo y ese lugar que permite conocer mejor lo que somos. Publicar poesía es otra cosa. Publicar poesía es, tengo esa sensación, como dormir en el sofá.

-3. Libros que recomiendo. ‘Sobre el azar del mapa’, de Álvaro Valverde. Refleja la voz de un escritor que convierte el poema en un territorio necesario, sin ningún laberinto, donde la intimidad y la memoria respiran juntas. Y ‘Los niños no ven féretros’, de Omar Fonollosa. Los poemas de un joven escritor nacido en Zaragoza que definen recuerdos y muestran, sin ninguna impostura, reflexiones y latidos de la vida.

LA NIEBLA es un límite
soy un cartógrafo
ese balcón al que nadie sale
un aforismo
y escucho tu rostro
una ceguera
vuelvo a Tánger
bulevar Pasteur
hotel El Minzah
veo contigo una foto de Onassis
la Casbah
y después la noticia
el invierno
la inmunidad de los desesperados

 
*(Del libro ‘El peligro de los círculos’).

ALMUDENA VIDORRETA

-1. Estos días ayudan a visibilizar causas que no debemos perder de vista en lo cotidiano. Sobre todo, es una excusa para celebrar y reconectar con lectores despistados.

-2. La poesía es una forma de estar en el mundo, de mirar la vida. Es innata, viene con nuestro lenguaje, y además es divertidísima. No me recuerdo sin unos versos en la cabeza o en las manos, desde niña; por eso me apetecía lanzarme con los poemas infantiles.

-3. Recomiendo la edición de las ‘Obras completas’ de Teresa Wilms a cargo de María Ángeles Pérez López y Mayte Martín (Renacimiento, 2023). En los versos de la autora chilena hay un pseudomisticismo fuera de lo común y un nihilismo que me interesa seguir explorando. Hace poco se reeditó ‘Las esquinas de la luna’ (Lastura, 2022), de Luisa Miñana, una de las voces más sugestivas de la lírica española contemporánea. Entre las novedades que más he disfrutado, también, Neorromanticismo (Ultramarinos, 2023), de Juan Andrés García Román.

EL RATONCITO MANUEL
 
Manuel es un ratoncito
que toca muy bien el piano
y aunque no sabe hablar bien
cuenta todo con las manos.
Dibuja círculos, rayas,
y escribe con el teclado;
si no sabe qué decir
se pone a cantar un rato.
El ratoncito Manuel
se esconde por los rincones
y a veces los otros niños
se creen que son más ratones,
se burlan y se extrañan
cuando ven sus aficiones.
Pero entonces, si suena el piano
del ratoncito Manuel
y bailan sus amiguitos
¡no hay quien pueda con él!
No hay canción que se le resista
cuando practica por horas
y esa es la mejor excusa
para estar más tiempo a solas,
porque a veces le sucede
al pequeño roedor
que no le gusta la gente
que tiene a su alrededor.
Las hermanas ratoncitas
del ratoncito Manuel
lo entienden de maravilla
y le enseñan a roer,
porque ellas sí que han crecido
como los otros ratones,
pero mejor, porque saben
que Manuel vale millones.
Si encuentras un ratoncito
especial como Manuel
deja que toque su piano
y lo pasarás muy bien.
Cuando se ponga nervioso
y se nos quiera esconder
mejor no ofrecerle queso
y aprender a jugar con él.
Porque todos los ratones
que en el mundo han existido
tienen un tesoro dentro
si sabemos descubrirlo.
Y colorín colorido,
ya hemos terminado el libro.
 
*(De ‘Un safari de interior’, Olifante, 2022).

MANUEL VILAS

-1. Es un día para recordar que la poesía, pariente pobre de la literatura, como se la suele llamar, también existe. Debería servir para animar a los lectores a acercarse a la poesía.

-2. Llevo cuarenta años leyendo y escribiendo poesía. La poesía ha sido una forma de vida. Una manera de expresar mi vida. Desde hace ya bastantes años, combino la poesía con la novela. Hay una mansión llamada literatura, en donde hay distintas estancias: la novela, la poesía, el relato, el ensayo, el periodismo, el teatro…

-3. ‘Las personas del verbo’ de Jaime Gil de Biedma, porque tiene poemas de amor inolvidables. Es un poeta que se entiende, y un poeta que te llega al corazón. ‘Hojas de hierba’ de Walt Whitman, porque ese libro es fraternidad, democracia, y celebración de la vida. Whitman te enseña a amar la vida siempre y pese a lo que pese.

EL POEMA

GOOD MORNING, BARBASTRO
Good Morning, Barbastro, soy Vilas.
Nací aquí y aquí fui feliz.
Good Morning, Barby, me alegro de haber nacido aquí.
Barby, me gustan tus puentes, cruzaba esos puentes
cuando tenía diez años,
miraba el río, el misterio de las aguas difíciles,
me bañé en ese río, Barby.
Los grandes días de verano en que el joven Vilas
comenzó a nadar en tu río, qué bien, Barby, qué bien.
Mira que fui un adolescente pasado de rosca,
Barby.
Good Morning, Barbastro, soy Vilas,
tu escritor favorito,
yo te saludo.
Éramos jovencitos traviesos y un poco golfos,
pero nada del otro mundo,
rebeldes y con ganas de comernos la vida.
Mi padre también nació aquí y eso es hermoso.
Hablaba de ti todo el rato, mi padre, ya lo creo.
Good Night, Barbastro, soy Vilas,
tu enamorado.
Espero que te conviertas en una ciudad de diez millones
de habitantes, llena de casinos, hoteles de lujo
y de artistas de cine,
reina del mundo,
yo te echaré una mano, Barby,
porque te quiero.

Autor: Antón Castro
Fecha: 21 marzo 2023
Fuente: elheraldo.es

«El viento conoce mi nombre», la nueva novela de Isabel Allende.

La escritora chilena habla en su casa de San Francisco sobre su nuevo libro, ‘El viento conoce mi nombre’, que traza un arco desde la Europa nazi hasta el drama de los emigrantes que llegan a EE UU

La escritora chilena Isabel Allende posa en su casa de San Francisco (Estados Unidos).

La oficina de Isabel Allende (Lima, 80 años) es un edificio de libros. La autora chilena usa como centro de operaciones, desde hace más de dos décadas, una bella casa victoriana de madera y techo a dos aguas ubicada en el pueblo marino de Sausalito, al norte de San Francisco. Entre los cimientos de la residencia están apilados en varios clósets las primeras ediciones publicadas en otros idiomas. La cochera está tomada por cientos de ejemplares de las obras que ha publicado en 40 años de trayectoria. En el centro de este espacio hay decenas de carpetas cubiertas con un plástico que guardan la correspondencia que mantuvo durante décadas con su madre, Francisca Llona.

Allende trabaja rodeada de su familia. Su hijo Nicolás lleva la oficina. Su nuera, Lori Barra, encabeza la fundación. La autora escribe sus libros, a un ritmo de uno nuevo cada 18 meses, frente a una enorme pantalla de un iMac. Junto al ordenador está la foto de su hija Paula, fallecida a los 28 años, la misma imagen que figura en la portada de la primera edición de uno de sus libros más vendidos, Paula. A espaldas del escritorio, en un librero blanco, las fotos y objetos de padres, nietos e hijos se intercalan con las imágenes de la exitosa autora acompañada de figuras internacionales como Barack Obama, el presidente chileno Gabriel Boric y Antonio Banderas, entre otros.

La escritora acaba de publicar El viento conoce mi nombre (Plaza y Janés), un título que traza un arco desde la Austria de la noche de los cristales rotos, en noviembre de 1938, pasa por la matanza de casi mil campesinos salvadoreños perpetrada en los años 80 por militares hasta llegar a los Estados Unidos de Donald Trump, donde la desintegración de familias era política cotidiana en la frontera. Allende se interesó por este tema después de que su organización filantrópica diera con el caso de una menor centroamericana que llegó a Estados Unidos.

El sótano de la casa de Sausalito está ahora repleto de primeras ediciones de la nueva novela. Pero Allende resta importancia al imperio de letras que tiene en casa. “Un incendio y todo esto se va en un abrir y cerrar de ojos. No quedaría nada”, dice. “Eso del legado es una cosa muy masculina”, añade con humor.

Pregunta: ¿Cómo lleva la vida a los 80, ya casi 81?

Respuesta: Fantástico. Nunca había estado mejor. Es una sensación de libertad. Ya terminé con los hijos, con los nietos y con mis padres, así que no tengo mayores responsabilidades fuera de los perros. Y mi marido.

P. ¿Y en cuestión de trabajo? ¿Le han interesado temas nuevos? ¿Abandonado otros?

R. Los temas y las emociones se repiten en diferentes libros. He escrito novela histórica, memorias, no ficción. Hay ciertos temas que me apasionan: el amor, la muerte, las relaciones humanas, la lealtad, la justicia, el poder con impunidad, que es una de las cosas que más me aterran.

La escritora Isabel Allende.

P. Ahora dedica a la inmigración su nueva novela. Es política por momentos…

R. Es imposible ignorar los factores económicos, sociales y políticos que determinan la vida de los protagonistas. En este caso, sin ninguna duda, la política de separación de la familia fue lo que determinó el tema. Cuando me enteré de eso me pegó muy fuerte, porque a través de mi fundación vimos muchos casos. Uno era de una niñita ciega. Me pegó tremendamente. Ella venía con un hermanito de cuatro años. Los separaron de la madre, después separaron a los niños y se demoraron ocho meses en reunificarlos. Se presentaron frente a un juez, los deportó a todos a México y desaparecieron. Nunca más supimos de ella. Se me quedó en la cabeza, en el corazón. Empecé a pensar en cuántas oportunidades anteriores en la humanidad ha sucedido lo mismo. Por supuesto, me acordé del kindertransport [rescate de niños judíos desde la Europa nazi a Reino Unido tras la noche de los cristales rotos, poco antes de la Segunda Guerra Mundial] e hice un arco entre lo que pasó entonces y ahora, donde hay un factor racista.

P. ¿Por qué no llama a Donald Trump por su nombre?

R. Porque la política empezó antes de Trump y siguió después. Se oficializó en tiempos de Trump. Además, prefiero no nombrarlo porque me cae tan mal…

P. ¿Le parece comparable la Alemania del 38 con el Estados Unidos de Trump?

R. No comparo el Holocausto con ninguna otra situación. Fue un genocidio sistemático de todo un pueblo. También hay otro genocidio en este libro, el del Mozote, que entraron ahí y mataron por escarmiento a todo el mundo porque eran indígenas. Hay tantas cosas que era fácil relacionar. ¿Por qué el título del libro? Porque a los niños les ponen un número en la frontera para que no se pierdan en el sistema. También porque algunos son tan chiquitos que no saben su nombre o hablan maya u otro idioma. La idea de que a los judíos les ponían un número y a los niños aquí les ponen otro. Ahí hay un eco.

P. El libro nació por el personaje de Anita.

R. Aprendí del trauma de los niños en la frontera. Una de las cosas es que se callan y no hablan. Otros no comen. Otros se inventan un amigo imaginario y solo le hablan a él o a un animal imaginario. Algunos crean un mundo imaginario donde se encuentran con su mamá, papá o abuela

P. ¿Por qué se interesó en El Mozote?

R. Tenía que justificar por qué sale la gente. Ahora preguntan: ¿cómo es posible que vengan si saben que pueden separarlos de sus hijos? Vienen porque están desesperados. Nadie sale de su país y deja todo lo que le es familiar, lo que conoce, incluso el idioma, para aventurarse en otra parte a menos que esté desesperado. La gente sale por extrema violencia o extrema pobreza. El personaje de Leticia está basado en una amiga. Todas las mañanas tomamos un capuchino y paseamos al perro. Ella viene de El Salvador. Vive en una mobile home a 20 minutos de mi casa.

P. Hablando de El Salvador, ¿qué opina del presidente Nayib Bukele?

R. Los años 80 fueron horrendos con la dictadura militar. Después vino la democracia, donde las maras y los narcos tomaron el país. Ahora tenemos a Bukele, un Gobierno autoritario que tiene como 60.000 personas presas. Y hay seguridad. Mi amiga acaba de regresar de El Salvador y me dijo que es la primera vez que puede tomar un taxi sin pensar que la van a raptar. Que se atreve a salir de noche en décadas. Dice que la gente está muy contenta. Yo tengo mucho miedo de que la gente cambie seguridad por democracia. Eso puede pasar en Chile en cualquier momento.

P. ¿Por qué?

R. En Chile hay toda una campaña para aterrorizar a la gente. Es verdad que hay más inseguridad que antes, pero comparado con cualquier otro país, Chile no es particularmente inseguro. Es un país estable, que presenta muchas oportunidades. No había problema con los inmigrantes hasta que empezó la delincuencia y resulta que han pillado a varios venezolanos. Entonces les echan la culpa. En Chile ahora la gente está añorando a un Bukele. Yo digo: tengan cuidado. Eso fue Pinochet. Había seguridad en esos tiempos. Pero la inseguridad y el terror venían del Estado, no del criminal que anda por la calle.

P. ¿Encuentra en estos países el mismo racismo que le reprochamos a Estados Unidos?

R. Yo insisto y lo digo, en Chile somos muy racistas. Allá lo llamamos clasismo, pero la clase viene determinada por el color. También en países como Brasil. ¿Me vas a decir que allí la clase no está determinada por la raza? ¡Claro! En Colombia también. ¿Quiénes manejan el país? Los de descendencia europea.

La escritora Isabel Allende.

P. El exilio ha sido uno de sus grandes temas. Asegura que con él se borra el pasado.

R. Eso me pasó en Venezuela. Yo creía que era alguien en Chile porque tenía un programa de televisión, porque hacía teatro, publicaba en la revista Paula con mucho éxito y la gente me conocía. Llegué a Venezuela y todo eso se borró. No sirvió de nada. Cuando vine a Estados Unidos fue diferente porque ya era escritora y tenía tres libros publicados. Ya no vine a limpiar letrinas. Además me vine porque me enamoré de un americano, no siguiendo el sueño americano.

P. Dice que gracias a la pandemia ya no se siente obligada a ir a las ferias de libros ni a las firmas de autógrafos.

R. Antes era tan difícil decir que no y ahora, de repente, ha sido superfácil. Primero por la edad. Nadie espera que a los 80 u 81 años una ande como perrito de circo de arriba abajo. También aprendí que no es necesario. La última gira que hice fue en Europa. Fui con mi nuera porque andamos siempre juntas. Hicimos 23 ciudades en 30 días en un avión diario. Volvimos tan enfermas en febrero de 2020 que creo que yo traje el covid a este país. Lo prometo.

P. ¿No pierde contacto con sus lectores?

R. Si tú miras mi computadora en la mañana, vas a ver un chorizo de cientos de mensajes. La gente, además de decirme lo que piensa de un libro o de algo que he dicho, me consulta como si yo fuera una especie de oráculo. Una muchacha de 25 años me escribe y me cuenta que tiene un novio que le pega. No siempre, pero le pega. Y yo le digo que salga de esa relación al tiro, porque estas cosas nunca terminan ahí, van escalando hasta que te mata… Una semana más tarde recibo carta del novio y me dice que cómo me atrevo a darle consejos sin haber escuchado la otra parte de la historia. Así me llegan toda clase de cosas. Gente que ha perdido un hijo, que anda buscando trabajo o que pide dinero.

P. ¿Es raro convertirse en confidente de desconocidos?

R. Yo escribo sobre relaciones humanas y emociones. Eso es universal. La gente conecta con eso, no tanto con la historia. Hay libros que yo creo que son mejores, mucho mejores que otros, donde la historia me parece poderosísima y, sin embargo, la gente se conecta con un personaje secundario o andá a saber. La gente me dice: “Usted me cambió la vida”. Yo les digo que yo no les cambié nada. Yo puse en palabras lo que ya estaba en usted, lo que tenía en la mente y en el corazón. Además, la gente que no está de acuerdo conmigo no lee mis libros. Le estoy predicando al coro de todas maneras.

P. Dice su hijo Nicolás que responde siempre el primer correo que le mandan.

R. Siempre el primero. Muy rara vez sigo una correspondencia. Muy poco porque son miles de mensajes. El primero lo respondo porque lo visualizo como alguien que me ha tendido una mano.

Autor: Luis Pablo Beauregard
Fecha: 25 junio 2023
Fuente: El País

Chico Buarque, una leyenda brasileña

Chico Buarque es uno de los más grandes de música popular brasileña, y un destacado escritor. Dos facetas que alterna por gusto y necesidad a partes iguales En Río de Janeiro, desgrana la historia de su familia, del hermano alemán que nunca conoció, y su oposición a la dictadura, que le llevó al exilio en 1969

Chico Buarque
Río de Janeiro, 1944. Es hijo de un conocido historiador, Sérgio Buarque de Hollanda, y de la pintora y pianista Maria Amélia Cesário Alvim. Comenzó a estudiar Arquitectura, pero la abandonó a los dos años, cuando su carrera como compositor e intérprete comenzaba a destacar. En 1966 obtuvo su primer éxito rotundo, con la canción A banda. Desde entonces, no ha dejado de componer obras maestras, como Apesar de vocêConstruçãoO que será (à flor de pele) o Cálice. Está considerado uno de los grandes de la música popular brasileña, junto a Tom Jobim y João Gilberto, entre otros. Paralelamente, ha desarrollado una carrera como escritor y dramaturgo. El hermano alemán, publicado ahora en español por Mondadori, es su quinta novela.

Solo hay algo más difícil que encontrar a un hombre que hable mal en Brasil de Chico Buarque: encontrar a una mujer que no esté enamorada de él. Sus fascinantes ojos de un color extraño entre el verde, el azul y el gris constituyen una leyenda nacional. Sus canciones, simplemente, son parte ya de la historia, de la herencia y de la cotidiana identidad de un pueblo. Por eso, intimida un poco acercarse al edificio de un barrio noble de Río de Janeiro donde vive y subir en el ascensor imaginando qué se va a encontrar uno detrás de la puerta. Lo que hay es un tipo delgado y tímido, sencillo y sonriente, que esperaba solo sentado en una silla y que nada más ver al recién llegado le invita a un café que acaba de hacer. El salón de su casa, abierto en tres paredes acristaladas a varias playas de Río, goza de una vista apabullante en esta hermosa tarde de sol y de luz del final del verano del trópico. Al fondo, en una esquina, hay una guitarra y un piano, al lado de una enorme foto en la que Buarque aparece junto a Vinicius de Moraes y Tom Jobim, dos de los míticos creadores de la bossa nova.

Sobre una mesa duerme la nueva novela del artista, recientemente publicada en español, El hermano alemán (Mondadori). En ella, Buarque (1944) relata su conmoción al enterarse, ya adulto y de sopetón, de que su padre, el famoso historiador brasileño Sérgio Buarque de Hollanda, tuvo un hijo en Alemania en 1930 cuando era corresponsal en Berlín para un periódico brasileño. Ni Buarque supo hasta entonces que tenía un hermano en Alemania ni ese hermano alemán supo jamás que estaba emparentado con uno de los cantantes más famosos de Brasil, ya que murió en 1981 ignorándolo casi todo de su padre biológico. El escritor disfraza algo los hechos, pero por las páginas de la novela desfila el São Paulo de los años sesenta y setenta, menos enorme e inhumano que el actual, y su propia juventud algo descontrolada. También asoma la siniestra dictadura, a la que Buarque se opuso desde el principio y de la que se exilió en 1969. Pero, sobre todo, se muestra la casa familiar, emparedada de arriba abajo de los libros de su progenitor. Era un padre afable pero lejano, cariñoso, pero distraído y algo ausente, siempre inmerso en interminables lecturas que llevaba a cabo envuelto en la nube de humo de un cigarro perpetuamente encendido. En la novela, el protagonista, un remedo del propio Chico Buarque, mientras hojea uno de esos libros de la inmensa biblioteca paterna, repara en un sobre perdido entre sus páginas que contiene una vieja carta alemana que le pone sobre la pista de aquel hermano mayor que nunca conoció. En realidad, el descubrimiento no fue tan libresco.

¿Y qué hizo usted? Pues le dije: “Pero ¿qué hijo?”. Y ahí Vinicius replicó: “¿Pero tú no lo sabías, lo del hijo?”. Y yo: “Pues no”. Yo no sabía nada. Era un secreto de familia. Después de ese día hablé con mis hermanos y con mi padre. Hablé con mi padre, sí, pero había siempre una barrera a la hora de preguntarle. Escribiendo este nuevo libro me he cuestionado por qué no le interrogué más. Pero existía un reparo, un impedimento. No es que mi padre me prohibiera preguntarle sobre lo del hijo, pero yo sentía cierto incomodo en el tema. De mi padre y de mi madre.

¿Y eso se volvió una obsesión a lo largo de los años? Porque usted siguió investigando, sobre todo después de la muerte de su padre, en 1982. Incluso la editorial brasileña que iba a publicar el libro, Companhia das Letras, contrató a dos detectives para que le ayudaran en la investigación. No, no, no eran detectives, ja, ja. Eran historiadores. Uno de ellos era un brasileño que por casualidad se encontraba en Alemania cuando yo comencé a redactar el libro, hace tres años. Es verdad que fue contratado por la editorial. Él conocía a un documentalista alemán especializado en la inmigración alemana en el Estado de Santa Catarina. Ellos descubrieron que mi hermano, en realidad, se llamaba Sérgio Günther y que había sido adoptado por una familia a los pocos años de edad. La verdad es que cuando comencé a escribir el libro tenía muy poca información. Tampoco la precisaba. Ni siquiera pretendía encontrarlo. La historia no iba por ahí. Pero pasó que, mientras lo escribía, uno de mis hermanos, el que vive en el apartamento de mi madre, muerta hace cinco años, encontró en un cajón unos documentos que contenían datos para tirar del hilo. Yo llevaba 50 páginas del libro, que dejé como estaban. Pero la realidad se inmiscuyó en la redacción para siempre.

La historia que usted narra en la novela es buena, pero la realidad en la que se apoya también. Sí, debería escribir otro libro porque, al final, la novela acaba compitiendo con la historia real, que es muy impresionante.

Es cierto. Por medio de esos documentos, Buarque se enteró de dos cosas: que su padre había intentado que las autoridades alemanas le remitieran a su hijo aportando la documentación pertinente o, al menos, lograr que le hicieran partícipe de una pensión que él prometía enviar. La segunda es que la madre biológica había decidido, en medio de la Alemania convulsa de la época, entregar al niño al Estado para que fuera adoptado. Una carta remitida a su padre en 1934 por la Secretaría de Infancia y Juventud de Berlín (y que terminaba con un terminante “Heil Hitler!”) pedía a Sérgio Buarque de Hollanda que, a efectos de que su hijo fuera adoptado por la familia alemana Günther, que se interesaba por él, debía remitir lo más pronto posible certificados que avalaran la religión católica del padre. Chico Buarque, al leer la carta, supuso, con tanto asombro como espanto, que las autoridades alemanas exigían eso para que quedara demostrado que el pequeño Sérgio no llevaba en las venas sangre judía. De lo contrario, en vez de a una familia cualquiera podía haber sido trasladado a un campo de concentración. Los historiadores lograron finalmente, en 2013, identificar al hermano, Sérgio Günther, fallecido en 1981, y localizar a su exmujer, a su hija y a su nieta. Pocos meses después, Chico Buarque viajaba a Berlín para conocer a la otra parte de su familia y saber más cosas de su medio hermano.

Y así se enteró de que su hermano había sido cantante… Sí, en Alemania Oriental había sido muy conocido, como cantante y como presentador de televisión. Cuando me enteré de que había sido cantante, sentí una emoción muy fuerte. ¿Y sabe?, cuando oí un disco suyo me di cuenta de que tenía la voz grave de mi padre. Porque a mi padre le gustaba mucho cantar. Y sonaba igual.

¿Tenían más cosas en común? Los dos murieron de un cáncer de pulmón. Mi padre fumaba muchísimo. Cuando conocí a la familia de mi hermano, su viuda (una de sus viudas, porque se casó más de una vez) me explicó que Sérgio Günther fumaba cigarrillos a los que les arrancaba el filtro. Exactamente como mi padre. Cosas así que dan un poco de escalofrío. Todos allí me contaron que mi canción A banda había sido traducida al alemán y era muy conocida en Alemania Oriental, con una letra muy cambiada y algo absurda, eso sí. Así que no es extraño que mi hermano sí que me oyera a mí cantar. Es una manera de haberme conocido un poco, ¿no?

¿Él nunca tuvo curiosidad por saber quién era su padre biológico? Su viuda me contó que en un determinado momento, sí, que preguntó en la Embajada brasileña, pero entonces la Alemania Oriental era un país muy cerrado, con muy pocas posibilidades de conseguir información.

En el libro, el protagonista parecido a usted roba coches para divertirse. ¿Usted lo hacía también? Sí. Yo iba entonces con una pandilla de adolescentes del barrio, eran los tiempos de James Dean, del rock and roll, de una juventud un poco rebelde. Así que nuestro deporte era robar coches, circular en ellos por la ciudad y luego dejarlos en el fin del mundo. Y fui al calabozo por eso una vez. La policía me dio para el pelo. Pero, bueno, eso yo ya lo he contado. Antes de que se descubriera lo dije yo. Tuve suerte porque el día en que me detuvieron mis padres no estaban en casa, estaban viajando, y la que fue a recogerme fue mi hermana. Yo entonces era bastante…, en fin, que di bastante trabajo a mi familia.

Paralelamente, era muy buen lector, ¿no? Sí, es verdad. También fue una manera de aproximarme a mi padre, que se pasaba la vida entre libros. Yo diría que, antes de ser músico, yo quería ser escritor. Hasta que apareció la música en mi vida y me embarqué en ella. Pero la idea de dedicarme a la literatura no la abandoné. En los setenta publiqué mi primera novela, en los ochenta la segunda. Desde entonces alterno las dos cosas. Cuando hago una no hago otra porque consumen mucho. Cuando estoy escribiendo ni siquiera oigo música.

¿Pero son actividades tan diferentes? Para mí, sí. Mucho. Y eso que mi escritura está muy influida por mi música. Tal vez en las traducciones se pierda algo, pero mis textos tratan de llevar cierto ritmo musical. Además, hay que alternar las dos cosas porque, por lo menos en Brasil, es muy difícil que un escritor viva solo de la literatura. Los escritores trabajan de funcionarios, profesores, periodistas… Y todo esto está tan lejos de la literatura como la música. El hecho de ser periodista, por ejemplo, no le faculta a usted a escribir literatura, creo yo.

Se dice que cada vez escribe más y compone menos. Compongo menos que a los veinte. Es normal. La música popular es más un arte de juventud, con el tiempo uno va perdiendo, no sé, no el interés, pero ella ya no fluye con la abundancia de aquellos años primeros. Tengo que esforzarme más, buscar más, es más dificultoso. Al principio tienes un millón de ideas, todo lo que te rodea sirve para hacer una canción. Después todo se va volviendo más insípido, menos inspirador.

¿Todavía sostiene que lo mejor de un concierto es cuando se acaba? [Se ríe] No me gusta mucho dar conciertos, no, pero los tengo que hacer. Cuando lanzo un nuevo disco, sí que me dan ganas de ir por ahí y cantarlo en público. Además, eso hace que después pueda pasar dos años escribiendo. Si no, me arruinaría.

¿Por qué la música popular brasileña es tan conocida y la literatura no? Puede que sea porque es peor, pero no lo creo. Es verdad que, por ejemplo, el argentino es un pueblo más literario que el brasileño. Y también que los literatos brasileños juegan con una desventaja, porque el portugués es más desconocido. Y la riqueza musical brasileña es fácilmente exportable, no necesita traducción.

Y al revés: ¿por qué la música brasileña es tan aceptada, tan apreciada? Porque, principalmente después de la bossa nova, tiene la influencia negra, es hija de la samba, pero con un toque del jazz, un toque armónico. Además, tiene influencia de los grandes compositores de la música clásica. Mire: Tom Jobim, nuestro gran maestro, era un conocedor profundo de Chopin y de Debussy, de los impresionistas, entre otros muchos. Y todo eso está en nuestra música, mezclado, junto con los boleros cubanos y los ritmos mexicanos. El brasileño no excluye, él asimila. El resultado fue complejo, rico y único.

¿Cómo era ese mundo? ¿Cómo era convivir con Jobim, con Vinicius? ¡Ah! Ellos… eran sobre todo grandes amigos. Mire esa foto de ahí, estoy con los dos. Yo comencé a emocionarme de verdad por la música, a decidirme a hacer canciones seriamente a partir del tema Chega de saudade, compuesto por Tom Jobim y Vinicius e interpretada por João Gilberto. Les tenía en un altar. Conocía ya a Vinicius porque era amigo de mi padre, pero, para mí, era como hablar con un monumento. Así que la primera vez que me vine a Río a hablar con Tom Jobim, imagínese, era un sueño. Con el tiempo fueron mis amigos, mis socios, hice muchas canciones con ellos, fui aceptado en ese grupo selecto de la música popular brasileña.

Fue Tom Jobim el que dijo que Brasil no era un país para amateurs, ¿no? Sí, y yo lo suscribo. Es un país único, fruto de la colonización portuguesa, con emigrantes de todas partes del mundo, italianos, alemanes, árabes, japoneses, con la marca de los esclavos traídos a la fuerza… Y con orígenes indígenas antes de todo eso. Todo esto está presente ahora. En São Paulo, sin ir más lejos, usted puede buscar nombres indígenas en muchas calles. Esas circunstancias crean un país único.

Usted siempre ha tenido una posición política clara y explícita. Se opuso a la dictadura y ha apoyado a Lula y a Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores. Siempre me preguntan cuando hay elecciones. Y yo tomo partido y no tengo ningún problema en proclamarlo. Siempre he apoyado al PT, ahora a Dilma Rousseff y antes a Lula. A pesar de no ser miembro del partido y a pesar de tener mis desavenencias y de votar a otros candidatos y otros partidos en elecciones locales. Pero desde siempre he sabido que el problema de este país es la miseria, la desigualdad. El PT no lo ha resuelto todo, pero lo ha atenuado. Eso es innegable. El PT ha mejorado las condiciones de vida de la población más pobre.

¿Y cómo ve la situación actual? Muy confusa, no hay forma de saber lo que va a pasar en los próximos años. La crisis económica es fuerte. Hay que tomar ciertas medidas impopulares. Al mismo tiempo, la oposición es muy dura. Y luego hay una ola de manifestaciones en la calle que, a mi juicio, no tienen un objetivo concreto o claro. Entre los que salen a la calle hay de todo, incluyendo locos pidiendo un golpe militar. Otros quieren acabar con el Partido de los Trabajadores, quieren debilitar el Gobierno para que en 2018 el PT llegue desgastado a las elecciones. El objetivo no es Dilma, sino Lula; tienen miedo de que Lula se presente de nuevo.

Y para terminar: ¿cómo se vive sabiendo que es el hombre más deseado del país? De eso hace ya mucho tiempo.

Lo siguen diciendo. De eso no sé nada. Soy tímido, un ciudadano serio, un hombre de familia. Las historias se inventan, se levantan leyendas que no tienen que ver mucho con la realidad. No soy el seductor del que hablan.

La entrevista termina y el cantante trata de llamar a un taxi para el periodista por medio de una aplicación del móvil. Pero fracasa. “Mi nieta sabe, pero yo no me apaño”, explica. Mira hacia la preciosa tarde que cae y dice : “Deje, le acompaño”. Se pone unos pantalones cortos, una gorra que oculta su rostro y se encamina, junto al periodista, calle abajo, por Río de Janeiro, hablando de los padres, de los libros, de las familias y de la música.

Antonio Jiménez Barca
24 mayo 2015